por Sandra Oseguera
Dios es el Espíritu de infinita sabiduría. En el grado en que nos abramos a Él, veremos manifestarse en nosotros y por medio de nosotros la sabiduría suprema.
“La verdad está dentro de nosotros mismos y no dimana de cosas exteriores cualesquiera que sean. En nosotros hay un centro íntimo, donde la verdad reside en toda su plenitud”.
“La sabiduría es el conocimiento de Dios”. La sabiduría se alcanza por la intuición y trasciende más allá de todo otro conocimiento.
Quien anhele entrar dentro del reino de la sabiduría debe despojarse primeramente de toda intelectual presunción. La verdad divina está igualmente abierta para todos y en cada uno labra su morada según el ardor con el que la desea y el anhelo con que la recibe. Visiones e inspiraciones de orden supremo recibiremos en el grado en que nos pongamos en debidas condiciones para recibirlas.
Durante el sueño, queda el organismo físico quieto y en reposo, aunque el alma y sus potencias continúan en completa actividad. Algunos profundos escudriñadores de la actuación psíquica dicen que viajamos mientras dormimos, y que hay quien es capaz de recordar y aprovecharse de los lugares visitados, de los sucesos traslucidos y de las advertencias recibidas. Muchos no son capaces de ello y así pierden lo que ganar pudieran. Porque según ellos afirman, está en nuestro poder y en proporción al conocimiento que de las leyes tengamos, el ir donde queramos y obtener por la conciencia vigílica las enseñanzas adquiridas durante el sueño. De aquí la necesidad de tener muchísimo cuidado en la índole de pensamientos que al dormirnos ocupa nuestra mente, pues recibiremos los efectos que por nuestra propia voluntad atraigamos.
Todas las cosas cuyo reconocimiento nos aproveche vendrán a nosotros siempre que sepamos escuchar e interpretar por medio de la intuición, sea cual fuere la fuente del mensaje y/o la respuesta a nuestras preguntas.
Fuente bibliográfica:
En armonía con el infinito.
Ralph Waldo Trine,1919.
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