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Los cinco sentidos

por Liss González


Un niño ha descubierto en el desierto al que ha llegado por accidente de su avión, la verdad inminente que tanto cuesta encontrar, “lo esencial es invisible a los ojos, sólo puede ser descubierto por el corazón”. Ha debido explicárselo un Principito tan sabio que sólo obra a través de metáforas y parábolas, tal y como lo han hecho desde el principio de los tiempos los grandes maestros. Precisamente porque lo esencial es invisible al ojo humano. Muchos años después, el niño escribiría el libro relatándonos su encuentro con el Principito en aquel desierto.


Existe un camino metafísico destinado precisamente a hacer visible aquello que es invisible al mundo profano. A ello se llega a través de la iniciación, y luego se hace visible a través del estudio. Un mundo de significados se abre a través de los grados develando el secreto escrito en la piedra interior. Una parte de esas enseñanzas, se relacionan con la forma que el mundo tiene -o más bien debiésemos decir “adquiere”- para el iniciado, quien ha confiado hasta ahora en sus cinco sentidos para conocer el mundo físico en el que habita.


La vista, el oído, el olfato, el tacto y el gusto comunican a través de los órganos que dan soporte sensorial al cerebro, quien construye a través de la conciencia, un mundo físico donde domina la forma. La experiencia del mundo, se recibe de esta forma a través de los órganos que la reconstruyen de manera continua. ”La experiencia a su vez, captada a través de los sentidos y reconstruida por el cerebro en la mente que es más que la suma de las partes  y funciones químicas del cerebro, se presenta fenomenológicamente hablando, como un fluido continuo que la mente analiza y luego empaqueta representativamente permitiendo la aparición de la conciencia” (Adlimes 2015).


La memoria, el sentimiento, la discriminación, los estados de ánimo, la proyectividad hacia el futuro, son en esta lógica el resultado de un análisis de condiciones materiales e inmateriales que, recogidas por los cinco sentidos y enviadas al cerebro, nos permiten sobrevivir en el mundo de lo real, en el mundo material fenomenológicamente hablando. Entonces, ¿qué puede ser invisible a los cinco sentidos?


Si los cinco sentidos no son suficientes para entender la totalidad del mundo, esto quiere decir que el mundo, tal y como lo conocemos no es sino una parte de lo que existe. De algún modo, querría decir que existe un mundo invisible a los sentidos, y que “la realidad sustancial que subyace a todas las manifestaciones y apariencias externas que conocemos bajo los términos de «el universo material»” (Kybalión) que se encuentra en nuestra mente. “En otras palabras, hasta que dudamos de algo y no estamos enteramente seguros de su interna y absoluta realidad, nuestra mente se halla en el plano de los cinco sentidos, que sólo puede darnos el conocimiento de la apariencia periférica e impulsarnos a reflexionar sobre la misma; pero cuando la ilusión se supera, por medio de la percepción de la realidad central (por encima de la quíntuple expresión sensorial), entonces tenemos el discernimiento de aquélla, y adquirimos, con ese “sentido de la Realidad”, la seguridad y la paz interior que se le acompaña, junto con el criterio definitivo de la Verdad” (Lavagnini, A. 2008).


Un paso más atrás, esto no significa que se niegue la existencia de un mundo material externo y a veces hasta ajeno a nosotros, cuyas leyes físicas lo hacen sustentable y comprensible. Significa que estamos abiertos a entender que los cinco sentidos son sólo la primera puerta del conocimiento.


Pero al mismo tiempo, si los cinco sentidos atan al hombre profano a una comprensión unidimensional del mundo que habita, puramente material, incluyendo sus emociones y subjetividades, esos mismos sentidos, otorgan al iniciado una ventana de comunicación con el mundo exterior que le permiten construir una explicación más completa y holística del mundo que habita, permitiéndole explorar los símbolos en una primera dimensión, pero que no agota la comprensión metafísica de ellos (Adoum J). Es por eso que “el Iniciado no debe esperar a que le falten algunos sentidos para educar y desarrollar los que le queden, sino que debe procurar el perfeccionamiento de sus Cinco Órganos tan esenciales para la Vida del Hombre” (Terrones, B.Ed Digital).


La aceptación de un mundo no sensorial, no significa que ningún Iniciado deba abrazar casi sin preguntarse una filosofía idealista y desechar cualquier intento materialista. Significa, por el contrario, que es posible cruzar los límites aceptando que lo sensorial no es la única realidad y que nuestros sentidos son sólo el primero y más natural de nuestros contactos con la realidad. La tarea consiste en encontrar ese desierto donde habita el Principito que podrá enseñarnos por qué lo esencial es precisamente invisible a los ojos.

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